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«Vamos, vamos los pibes»: Argentina le ganó a Colombia y jugará la final del Mundial Sub 20

Otra vez finalista. El hechizo de 18 años se derrumbó en Chile, donde la Argentina hizo historia en el pasado y quiere escribir un nuevo capítulo de gloria. La selección derrotó 1 a 0 a Colombia, se clasificó para la final de la Copa del Mundo Sub 20, y el domingo se medirá con Marruecos con la intención de sumar la séptima estrella en la categoría. Un partido que se rompió en el segundo tiempo, donde los juveniles enseñaron solidez en el juego colectivo y encontraron puntales individuales del éxito.

Gianluca Prestianni fue el líder futbolístico para diseñar los ataques; la figura goleadora de Mateo Silvetti, siempre con sus estocadas saltando desde el banco de los suplentes, y las salvadas del arquero Santino Barbi. Un triunfo para alimentar la ilusión en un país donde la Argentina sabe de festejos: en 1967 y 2017, en los torneos sudamericanos, ahora va por el Mundial.

Por primera vez, la Argentina no fue protagonista desde el comienzo. El rival impuso condiciones y controló la pelota y el campo. Con respuestas físicas, los colombianos marcaron el pulso y empujaron a la selección contra el área y a cometer errores en la intención de pases.

Sin sociedades, los volantes de contención –Milton Delgado y Valentino Acuña- quedaban flotando en el campo y los defensores, en particular los laterales Dylan Gorosito y Julio Soler, tenían que preocuparse por marcar y relegar la idea de escalar para ser ofensivos. Barbi desactivó dos situaciones incómodas en el área argentina, una definición de cabeza de Joel Canchimbo y otra intervención de Emilio Aristizábal, hijo del histórico goleador colombiano Víctor Hugo.

Demoró la selección en meterse en partido, en dividir el dominio del balón. Recién después del primer cuarto de hora, los juveniles se afirmaron en el campo y en la cantidad de foules que se cometieron -22 en 45 minutos- se reflejó el desarrollo físico, de roce, más que técnico que tuvo el encuentro.

Los duelos se multiplicaban: Prestianni y el lateral Julián Bazán eran protagonistas estelares, porque se desafiaban con la pelota y también verbalmente. En el enredo, la Argentina se fortaleció ante un rival que empezó a perder presencia y sumó la baja de Canchimbo, lesionado.

Los pequeños adelantamientos de Soler, Milton Delgado marcando terreno en la mitad de la cancha, el manejo de la pelota desde el fondo que proponía Juan Manuel Villalba y el posicionamiento de Tomás Pérez, que abandonó la zaga -era de cinco piezas cuando defendía- para acompañar a los volantes… hizo el click.

Con esos ajustes creció en actitud el equipo. Una combinación de pases de la que participaron Prestianni, Ian Subiabre y Alejo Sarco –el goleador retrocedía para no quedar encapsulado entre dos zagueros gigantes como Simón García y Yeimar Mosquera-, el remate del artillero descubrió una respuesta tímida del guardavalla Jordan García, aunque el desvío de la pelota fue suficiente para que Acuña no llegara a conectar. Antes, Subiabre ensayó con un remate que no tuvo fuerza y dominó el arquero. La respuesta cafetera fue una acción que lo tuvo como eje al lateral izquierdo Juan Arizala, que cortó el pase, combinó con el capitán Kener González y remató, aunque sin puntería.

Las dos selecciones, que miran el arco rival más que cerrarse sobre el propio para contraatacar, extrañaron a sus titiriteros. Maher Carrizo miró desde la platea el juego, porque en las semifinales purgó la fecha de suspensión por acumulación de tarjetas amarillas, mientras que los cafeteros no pudieron alistar a Néiser Villarreal, que arrastraba cinco goles en el Mundial, por el mismo motivo. Dos ausencias que le quitaron brillo al juego, porque los volantes de Vélez y de Millonarios son dos de las figuras que exhibió la Copa del Mundo.

El partido se quebró en el segundo tiempo, como si las modificaciones que ejecutó el seleccionador Placente apuraran un duelo de palo y palo: Silvetti y Tobías Andrada reemplazaron a Acuña y Subiabre, que cuando fue titular tuvo un menor rendimiento. La Argentina fue más, pero también sufrió: Barbi ahogó el festejo a Aristizábal y más tarde ante un cabezazo de Arizala; un cierre imperial de Villalba, otra situación de riesgo que soportó la defensa. ¿Cómo respondió la selección? Silvetti cruzó el remate, dando aviso de que el equipo cambiaba su postura y que sería eje de las ofensivas.

Fue el comienzo del asedio argentino. Prestianni tomó el mando, se hizo conductor y un futbolista de equipo, con habilitaciones para que la selección desplegara todo su repertorio ofensivo. Dejó nuevamente a Silvetti frente al arco, pero no tuvo justeza, aunque la sociedad entre el futbolista de Benfica y el juvenil forjado en Newell’s sería la que rompería el marcador: en el segundo acto, el atacante agregó a Colombia a la lista personal de víctimas que integraban Nigeria y México.

La Argentina tuvo juego, actitud, temple y madurez frente a un rival que traía credenciales de calibre, como eliminar a un candidato como España. La selección midió sus quilates, y cuando la tuvo bajo control, desató toda su artillería para cumplir con la meta de ser finalista.

FUENTE : LA NACIÓN

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