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Milei en modo confrontación: cierre de campaña entre denuncias, victimización y llamado a resistir

El acto de cierre de campaña de Javier Milei en Moreno estuvo lejos de ser una mera puesta en escena electoral: funcionó como un ensayo de su estrategia discursiva en la recta final hacia las elecciones del domingo.

El Presidente reforzó tres ejes centrales que atraviesan su narrativa: la victimización frente a ataques políticos, la confrontación directa con el kirchnerismo y la apelación a la movilización ciudadana como antídoto frente a un eventual fraude.

En su discurso, Milei volvió a rechazar lo que calificó como “injurias y operetas” provenientes de “los rincones más oscuros de la política”. La mención explícita a su hermana Karina, señalada en recientes controversias, muestra que el mandatario decidió blindar a su núcleo duro —la figura de “El Jefe”, como la llaman en LLA—, incluso a riesgo de tensar aún más la campaña.

El episodio de Lomas de Zamora, donde aseguró que le arrojaron un adoquín, y la referencia al caso Nisman se inscriben en un mismo registro: el de un Milei que busca instalar la idea de una política en guerra permanente contra él y su espacio.

El Presidente además se permitió un pronóstico electoral: un “empate técnico” entre La Libertad Avanza y el peronismo. Esa afirmación cumple una doble función. Por un lado, sostiene la expectativa de competitividad real frente al aparato del PJ bonaerense; por otro, prepara el terreno para justificar posibles denuncias de fraude, un recurso que ya anticipó en su discurso.

La dimensión emocional fue otro ingrediente clave. Milei desafió a sus adversarios asegurando que “se agranda en la adversidad” y exhortó a los votantes bonaerenses a concurrir masivamente a las urnas para evitar que el PJ “se quede con la provincia”.

El planteo no solo refuerza la polarización, sino que introduce una narrativa épica: la elección como batalla moral entre “los honestos” y “los que solo saben cobrar impuestos”.

La contracara llegó desde el gobernador Axel Kicillof, que acusó al oficialismo nacional de impulsar una “estrategia de caos y violencia”. El contrapunto revela cómo ambos actores buscan capitalizar el mismo escenario: Milei desde la confrontación y la victimización; Kicillof desde la denuncia de que la campaña libertaria instala un clima de inestabilidad.

El cierre en Moreno dejó en claro que el Presidente apostará hasta el último minuto por un discurso de alto voltaje emocional, que mezcla la denuncia contra las “operaciones” con un llamado a resistir y movilizarse. La pregunta es si esa estrategia alcanzará para revertir o consolidar el “empate técnico” que él mismo proclamó.

Subeditor de Sociedad de Tribuna de Periodistas

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