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La épica historia de Leandro N. Alem: «Toda la Republica oyó ese balazo»

Leandro Alem tomó el coche, llevaba consigo una decisión, la de terminar su vida para entregar la posta de sus esfuerzos, de sus luchas y de sus convicciones a los que seguían.

Un 1 de julio de 1896, Leandro Nicéforo Alem, líder radical daba término a su vida suicidándose en un carruaje. La inmoralidad de la política lo había vencido.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.

La figura de Leandro N. Alem es una de esas figuras apagas por la historia. Su vida y su lucha por alcanzar ideales cívicos son casi desconocidas para el común. Por decirlo así, ni siquiera se conoce vulgarmente que  la “N” es su nombre de Nicéforo.

Los orígenes familiares de Alem hunden raíces en el rosismo federal. De hecho, a la caída de Rosas su padre fue fusilado y colgado de una horca y exhibido públicamente, quedando la familia en la más absoluta pobreza, pese a lo cual y gracias a los ingentes esfuerzos de su madre, Leandro accedería a estudios secundarios, incluso a la universidad.

Desde esos tiempos de juventud, Alem ya sentía atracción por aquellas causas relacionadas con la justicia social, aunque faltara mucho tiempo para que la política acuñara ese concepto. Antes, supo del fragor de las batallas como soldado a las órdenes de Justo José de Urquiza, aunque poco tiempo después pasara a luchar con Mitre y contra Urquiza, participando luego en la Guerra del Paraguay.

En aquellos años Alem participaba en política dentro del Partido Autonomista que lideraba Alsina junto a su sobrino, Hipólito Yrigoyen.

A los 27 años logró su título de abogado y para 1872 ya era diputado, desde su banca comenzaba la lucha por la defensa del sufragio universal.

Orador privilegiado y tribuno de las causas sociales, alejado de Alsina funda el Partido Republicano con Aristóbulo del Valle, llegando a ser diputado nacional. De ese tiempo es su sello intransigente, su pasión por la militancia y su repudio a los acuerdos de cúpulas. Esta rebeldía republicana lo lleva a formar junto a Bartolomé Mitre la “Unión Cívica”.

                                                               

Era el tiempo del fraude electoral y Alem había consagrado su vida a luchar contra ese flagelo político. En ese pensamiento considera que sólo una movilización masiva podría cambiar las cosas y así encabeza la histórica Revolución del Parque en 1890, de donde surgirá como llama votiva de la pasión democrática la Unión Cívica Radical, uno de los primeros movimientos populares de Sudamérica cuya marca registrada sería la movilización popular.

Para Alem su misión era la restauración de la República; la honradez de los procedimientos en la política, la transparencia en la gestión de gobierno, el respeto de las autonomías provinciales y sobre todo, la limpieza y la libertad del sufragio.

Como bien escribió Félix Luna en su momento, un día como hoy hace 124 años «Toda la República oyó ese balazo».

Leandro N Alem, el caudillo, el político, el revolucionario, el idealista, el que luchó contra una visión de país que no aceptaba, el fundador de la Unión Cívica Radical, se ha suicidado.

Él manifestó: «Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir»

Marcó a los radicales para siempre cuando nos dijo «que se rompa, pero que no se doble».

En nombre de los desposeídos, de la Unión Cívica Radical y en el mío propio ¡Gracias Dr. LEANDRO N. ALEM.  Lucho Zavaleta.

Fue el radicalismo inspirado por Alem el que llevó adelante las primeras luchas por llevar al terreno de los hechos la letra de la Constitución Nacional. Una República laica pero no arreligiosa, donde los derechos de los hombres sean respetados como un “rezo laico” según diría Raúl Alfonsín, recitando el Preámbulo.

Aquella noche de julio, cuando Leandro Alem tomó el coche llevaba consigo una decisión, la de terminar su vida para entregar la posta de sus esfuerzos, de sus luchas y de sus convicciones a los que seguían. Ya había cumplido, había abierto los surcos donde las semillas de las ideas republicanas, de los derechos del ciudadano germinarían para darle a este país el primer gobierno surgido de elecciones limpias, en las manos de su sobrino, Hipólito Yrigoyen.

Lo demás, es historia conocida.

O no…

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