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Apertura legislativa 2025 y las mentiras sostenidas de Javier Milei. El escándalo que lo sepulta

Javier Milei, otrora proclamado como un líder de alcance global, ha visto su imagen desplomarse de manera estrepitosa. Lo que alguna vez fue un sueño de convertirse en un referente conservador para la humanidad, se ha convertido en una pesadilla de la que intenta escapar sin éxito. El escándalo de las criptomonedas, en el que se lo señala como partícipe necesario de una de las mayores estafas en la historia de este mercado, lo ha reducido a un personaje desesperado por evadir las consecuencias de sus actos. Pero lo más grave es que este escándalo no solo lo ha desprestigiado a él, sino que ha manchado la imagen de Argentina en el mundo.

Ya no interesa su discurso en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, ni siquiera importó la ceremonia misma, opacada por un gran escándalo internacional que incluye la venta de reuniones personales con el presidente argentino. Estas reuniones, según se ha denunciado, tenían un tarifario específico que variaba según el motivo, la duración, el solicitante y los temas a tratar.

La consecuencia es clara: el mundo, que alguna vez lo miró con curiosidad, ahora lo repudia. Desde las páginas de Le Monde hasta las declaraciones de líderes internacionales como Pedro Sánchez y Friedrich Merz, la condena es unánime. En Argentina, sus seguidores intentan minimizar el hecho, tildándolo de «error», pero la magnitud del escándalo es imposible de ignorar. La Justicia, tanto nacional como internacional, ya tiene sus ojos puestos en él. Y no solo eso: las denuncias contra Milei ya han traspasado las fronteras argentinas. En Estados Unidos, según un artículo de The New York Times, las autoridades están investigando su posible vinculación con operaciones financieras fraudulentas relacionadas con criptomonedas. El diario estadounidense lo describe como «un líder caído en desgracia, cuyas acciones han puesto en evidencia la fragilidad de su proyecto político y económico».

En Europa, la situación no es menos grave. ABC de Madrid ha publicado una columna de opinión en la que se refiere a Milei como «el presidente argentino que pasó de ser una promesa libertaria a un símbolo de la deshonra internacional». El medio español destaca cómo su implicación en el escándalo de las criptomonedas ha generado un terremoto político en Argentina y ha dañado la credibilidad del país en el ámbito global. Por su parte, Le Monde de Francia ha sido aún más contundente, calificando el caso como *»una de las mayores estafas financieras de la década»* y señalando que Milei «ha convertido a Argentina en un escenario de vergüenza internacional».

Milei, quien soñaba con ser un ícono libertario, ha quedado atrapado en su propia trampa. Su gobierno, que prometía ser una revolución, se ha convertido en un desgobierno marcado por la incoherencia y la improvisación. La promoción de una moneda falsa no solo lo ha dejado expuesto, sino que también ha sumido a sus obsecuentes en un mar de dudas y desconcierto. Aquel líder que pretendía ser el arquitecto de una nueva Argentina hoy es visto como el responsable de una de las mayores crisis de credibilidad en la historia del país.

Es evidente que la política de Milei carece de coherencia y está ahogada en hipocresía. Su partido, La Libertad Avanza, ha pasado de representar lo «nuevo» a ser sinónimo de desorden y desprestigio.

El soberbio prócer que soñaba con ser un líder global hoy no es más que un personaje desesperado, tratando de esquivar las consecuencias de sus actos. Su ego ahora es impotencia frente a su propia realidad. Milei no solo ha fracasado en su intento de transformar Argentina, sino que ha dejado una herencia de endeudamiento, pobreza y desconfianza. Y lo peor es que su caída ha arrastrado consigo la imagen de un país que, una vez más, se ve expuesto al escarnio internacional.

En definitiva, lo que queda de su gobierno es un amargo recordatorio de que las promesas vacías y la arrogancia no construyen naciones. Argentina, una vez más, se encuentra ante la tarea de reconstruir lo que ha sido destruido. Y mientras Milei intenta desesperadamente salvar su imagen, el país clama por líderes que, más allá de la grieta, prioricen la unidad y el bien común.

Por Roberto Anselmino

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