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Alpargatas recorta producción y crece el temor por 400 empleos en Corrientes

La crisis del sector textil argentino vuelve a golpear con fuerza, esta vez en Bella Vista, Corrientes, donde la planta de Alpargatas, manejada desde 2017 por la chaqueña Mafra, transita un momento crítico. Con un negocio presionado por la apertura de importaciones y costos que no ceden, la firma redujo a la mitad su producción de telas, avanzó con despidos y retiros voluntarios, y ahora analiza frenar la actividad por algunos días, lo que eleva la incertidumbre de sus 400 trabajadores.

El dato más preocupante es la drástica caída en la elaboración de telas. Según el delegado gremial Eduardo Espíndola, la planta pasó de fabricar unas 1,2 millón de unidades de tela a apenas la mitad, y las proyecciones indican que podría reducirse todavía más, hasta rondar las 300.000 unidades en los próximos meses.

Este derrumbe obligó a la compañía a tomar decisiones. En los últimos días, nueve empleados fueron despedidos, en su mayoría con baja antigüedad, mientras que otros 27 aceptaron retiros voluntarios, muchos cercanos a la jubilación.

“El sector textil es el primero que sufre cuando hay crisis. Cada vez que se abren las importaciones, nos pega directo”, advirtió Roberto Vandecaveye, secretario gremial de los obreros textiles de Bella Vista.

Parada técnica y sueldos golpeados
A ese escenario se suma la posibilidad de paradas productivas de entre 3 y 7 días, que la empresa analiza implementar para adecuarse a la menor demanda. Este freno impactaría directamente en los salarios, que ya son ajustados: el sueldo promedio ronda los $900.000 y durante esos días se pagaría apenas entre el 75% y el 80%.

“La empresa dice que no hay ventas, que abrir las importaciones nos terminó de complicar. Sentimos impotencia porque buscamos soluciones y no las encontramos”, reconoció Vandecaveye.

Boom de importaciones: casi 70% de la ropa ya es extranjera
El caso de Alpargatas no ocurre en un vacío. Un reciente informe de la Fundación ProTejer alertó que casi el 70% del consumo de indumentaria en el país ya proviene del exterior, el mayor nivel desde que comenzaron sus registros en 2015.

Solo en el primer trimestre del año, las compras de ropa importada saltaron un 86% interanual en volumen, mientras que las de textiles para el hogar crecieron un 109%. Este boom se explica en parte por la caída del 26% en los precios internacionales de la indumentaria, junto con un precio FOB de los tejidos de punto que fue 45% más bajo que el promedio del último lustro, lo que alimenta sospechas de subfacturación y prácticas desleales tras la eliminación de controles aduaneros.

Además, el informe cuestiona que la baja de aranceles dispuesta recientemente “incentiva la importación de bienes finales e intermedios en detrimento de toda la cadena productiva local, desde productores de fibra hasta confeccionistas”. Según el relevamiento, ese recorte en derechos de importación apenas podría traducirse en un 2% de reducción en los precios finales de la ropa, mientras que la industria sigue esperando reformas impositivas y laborales que mejoren la competitividad del valor agregado nacional.

En este contexto, el golpe sobre fábricas como la de Bella Vista evidencia cómo la apertura indiscriminada termina trasladándose a cierres, pérdida de empleos y eslabones enteros de la cadena textil en riesgo.

FUENTE AMBITO

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